La Duda en la tradición Zen

Extracto de la introducción al libro Great Doubt: Practicing Zen in the World de Jeff Shore

Como otras religiones, el budismo Zen alienta la fe o la confianza --pero también alienta la duda. Existen, sin embargo, dos tipos de duda: la duda escéptica y la gran duda. La duda escéptica tiene poco valor. Es más, junto con la codicia, el odio, la ignorancia y el orgullo, la duda escéptica suele considerarse una impureza, un obstáculo, o un veneno. Ese tipo de duda genera una actitud vacilante que le impide a uno entrar en el Camino. La gran duda, el tipo de duda que el Zen valora, es algo completamente distinto. Hay buenas razones para que se le llame gran duda.

La gran duda es un asombro intenso, una poderosa curiosidad que nos abre. No es opuesta a la confianza en el Camino. De hecho, la duda solo puede surgir de una gran confianza. La gran confianza nos ancla y nos apoya; la gran duda nos mantiene en el camino, y nos lleva hasta el final. La gran confianza es la convicción, basada en la experiencia, de que existe un camino; la gran duda aporta el combustible para ir hasta el final. Como se cita el en compendio editado en el sigo XVI, Látigos a través de la barrera del Zen, de Zhuhong, el maestro chino del siglo XIV Zhen lo resumió cuando empezó una charla del Dharma diciendo: "Confía plenamente, y dudarás plenamente. Duda plenamente, y despertarás plenamente".

Considerad la vida del Buda: su gran renuncia y su abandono del hogar, su lucha y su despertar. A través de todo ello, su búsqueda para resolver la gran duda es inconfundible. La gran duda requiere nuestra atención urgente.

[...]

Boshan [(1575-1630), uno de los grandes maestros Zen de la dinastía Ming en China,] enfatiza la importancia de esta gran duda:

En la práctica Zen, el propósito esencial es generar la duda. ¿Qué es esta duda? Cuando naces, por ejemplo, ¿de dónde vienes? No puedes evitar permanecer en duda sobre esto. Cuando mueres, ¿adónde vas? De nuevo, no puedes evitar permanecer en duda. Como no puedes perforar la barrera de la vida y la muerte, de repente la duda se solidificará delante de tus ojos. Intentas olvidarte de ella, pero no puedes. Intentas librarte de ella, no puedes. Eventualmente te abrirás camino a través de este bloque de duda y comprenderás qué noción tan inútil es eso de la vida y la muerte - ¡ja! Como los viejos sabios decían: "Gran duda, gran despertar; pequeña duda, pequeño despertar; no duda, no despertar".

Si pudiésemos evitar la duda, la confianza sería suficiente. La confianza plena es un camino pleno y completo. Para la mayoría de nosotros, sin embargo, la duda no se puede evitar. Nuestro propio ser está dividido, dentro y fuera. Hablando sin rodeos, nosotros somos esta división. El yo nace dividido: con fe y con duda.

Tian, un practicante [Zen] de finales de siglo XIII, también comenta sobre la relación entre la fe y la duda, como se cita en Látigos a través de la barrera del Zen:

Si la confianza es firme, la duda será firme; cuando la duda es firme, el sopor y la dispersión mental desaparecerán naturalmente.

La gran fe y la gran duda son la base de la práctica Zen y del carácter distintivo del budismo Zen. Boshan lo dice sin tapujos: "En la práctica Zen, el propósito esencial es generar la duda". El enfoque del budismo Zen es: "Ah, ¿que tienes dudas? Pues duda, duda...¡lleva esa duda hasta el final!" Practicar la gran duda de esta manera es la verdadera función de la gran confianza.

Hakuin, maestro Zen japonés del período Edo, lo expone claramente:

A todos los efectos, la práctica Zen tiene como esencia la resolución del bloque de duda. Así, se dice: "Al fondo de la gran duda está el gran despertar. Si dudas plenamente, despertarás plenamente".

Sin embargo, esta gran duda no puede forzarse. Debe surgir naturalmente, basada en un claro reconocimiento del gran asunto de la vida y la muerte. Considerad este intercambio entre Bankei, un maestro Zen japonés del siglo XVII, y un estudiante:

Monje: Los maestros Zen de la antigüedad dicen que el gran despertar procede de la gran duda. Tú no usas la gran duda en tu enseñanza. ¿Por qué?

Bankei: Hace mucho, cuando Nanyue fue a ver al sexto patriarca, este le preguntó "¿Qué es esto que ha venido?", y Nanyue quedó perplejo. Su duda sobre aquello duró ocho largos años. Finalmente, fue capaz de responder: "Cualquier cosa que diga erraría el tiro". Ahí está la gran duda y el gran despertar.

Supón que perdieses tu único sobrepelliz, el que te dieron cuando te convertiste en monje, y que fueses incapaz de encontrarlo por mucho que buscases. Buscarías y buscarías sin parar. Serías incapaz de dejar de buscar ni siquiera por un instante. ¡Eso sí que sería gran duda!

La gente de hoy dice que necesita tener duda porque la gente del pasado la tuvo. Así que cultivan una duda. Pero eso es solo una imitación de la duda, no es la de verdad, así que nunca llega el día en el que llegan a una resolución.

Es como si te pones a buscar algo que no has perdido, fingiendo que no sabes dónde está.

No os equivoquéis. Bankei no está criticando la gran duda: desde la infancia fue espoleado por la gran duda. Está criticando la duda artificial, forzada, inventada, que se basa en las palabras o experiencias de otros. La gran duda es esencial.

Más aún: sin la gran duda, la práctica Zen se estanca y surgen varios problemas [...]. Si no permitimos que surja la gran duda, la práctica Zen se hunde en una especie de enfermedad. Sin gran duda, nuestra práctica se convierte en una huida hacia estados mentales tranquilos y lúcidos, revelaciones, o mal llamadas experiencias de iluminación que el yo asume que resolverán todos sus problemas. Mientras tanto, nuestra ilusión-del-yo permanece intacta. Esa práctica es un gran problema [...].

No perdáis el tiempo pensando: "Quizás no tengoel tipo adecuado de duda. Necesito más duda. Necesito la duda de esa persona". Hay tantas entradas en la gran duda como personas. Cada uno de nosotros debe encontrar su propia entrada en su propia duda.

Para encontrar esa entrada, lo único que necesitamos hacer es preguntarnos directamente sobre lo que hay bajo nuestros pies, por decirlo de alguna manera, en el corazón de todo. ¿Qué hay aquí, de verdad? Darnos cuenta de esto y asentarnos en ello de forma prolongada es de lo que trata la meditación Zen, o zazen. La práctica Zen genuina genera, alimenta y alienta la gran duda de forma natural, y nos ayuda a verternos completamente en ella, para que podamos resolverla de una vez por todas. Este es el gran asunto de la vida y la muerte: el único koan real.

Un koan Zen tradicional pregunta: "¿Cuál es tu rostro original, antes de que tus padres naciesen?". Otro dice: "Todas las cosas vuelven a la unidad. ¿A qué se vuelve esta unidad?". El propósito de tales preguntas, independientemente de la forma que tomen, es que acaben por incluirlo todo, empezando por uno mismo.

Pregunta con todo tu ser: ¿Quién es este? ¿Qué es esto? El sabio hindú Ramana Maharsi usaba la pregunta "¿Quién soy yo?". Boshan nos pregunta: "¿Quién nace al nacer, y quién muere al morir?". Más urgentemente: ¿Quién es el que está leyendo estas palabras ahora mismo? ¿Quién está detrás de esta experiencia? ¿Has visto quién está detrás de todo?

La gran duda puede tomar muchas formas. Al principio puede surgir como una especie de intuición que se reduce al hecho de que no sé quién soy, de dónde vengo, qué es real. O puede surgir como una sensación, emoción o sentimiento arraigados de mal-estar, una sensación de que no estoy en paz, no puedo descansar del todo conmigo mismo o con los demás: una vaga pero profunda consciencia de que algo no está bien. O puede surgir como un problema de voluntad o intención, una sensación de que, haga lo que haga, no consigo liberarme, como si me estuviese dando cabezazos contra el muro de mi propio ser: por mucho que intente hacer lo que está bien y es correcto, fracaso.

Si la duda surge como una sensación de no estar en paz, pregúntate directamente quiñén es el que no está en paz. Si la duda aparece como un problema d voluntad, observa el reto de Shitou, un ancestro del Zen primitivo: "Tal-y-como-eres no vale. No-tal-y-como-eres tampoco vale. De cualquier manera, nada vale. Ahora, ¿qué?".

Surja de la manera que surja, es esencial que dirijamos y enfoquemos la duda adecuadamente. Sobre este punto, el maestro chino del siglo XII Dahui y otros hablan de "mil dudas, diez mil dudas...solo una duda". Sin ese foco, aunque la duda puede ser clara y sólida al principio, pronto se desvanecerá en el fondo y nunca se resolverá del todo. Así, mucha gente intenta la meditación un tiempo, y luego se desilusionan y se rinden. No pudiendo penetrar la superficie, son lo suficientemente honestos como para reconocer que sus mentes siguen funcionando en los mismos viejos círculos.

La gran duda no puede ser un mero objeto de la conciencia: es mucho más real e inmediata que eso. Cuando uno practica con la gran duda, la duda se vuelve el koan esencial. De hecho, la duda y los koans no son dos cosas separadas. Considerad esta enseñanza del maestro chino Deng, en el "Compendio sobre la resolición de la Duda", citado en Látigos a través de la barrera del Zen:

Pregunta: Al practicar con maestros, algunos enseñan a centrarse en el koan, y otros enseñan a dudar del koan. ¿Es esto lo mismo o no?

Respuesta: Tan pronto como te centras en el koan, la duda aparece: ¿por qué separarlos? Céntrate en el koan, y la duda aparecerá inmediatamente. Sigue investigando, y cuando tus esfuerzos lleguen al límite, despertarás naturalmente.

Esta duda es esencial, como podemos ver en las siguientes citas: la primera del maestro chino Gaofeng Yuanmiao, del siglo XIII, la segunda de Zongbao, uno de los herederos del Dharma de Boshan, y la tercera de Hakuin:

En India y en China, en el pasado y en el presente, de todos los nobles que extendieron esta luz, ninguno hizo otra cosa que resolver la única duda, simplemente. Las mil dudas, las diez mil dudas son solo esta única duda. Resuelve esta duda, y no quedará ninguna duda.

Esta duda es otro nombre para lo que es más urgente y apremiante. Cuando reconoces el urgente y apremiante asunto de la vida y la muerte como propio, la duda surgirá por sí sola. Si sigues dudando, naturalmente el tiempo y las condiciones llegarán. Si holgazaneas todo el tiempo sin esforzarte y simplemente esperas la iluminación, el día nunca llegará.

Todo se resume en generar o fracasar al generar este bloque de duda. Debe comprenderse que este bloque de duda es como un par de alas que te permiten avanzar en el camino.

Chinul, el fundador de la tradición Zen coreana, siguió el ejemplo de Dahui, que fue famoso por desarrollar la introspección en, o taladrar, el koan oara generar la gran duda. La gran duda sigue jugando un papel central en el Zen coreano a día de hoy, al igual que en China y Japón. Y esto es cierto no sólo en la tradición Rinzai: Boshan mismo [...] fue un maestro de la tradición Soto (Chino: Caodong).

Generar la gran duda podría parecer adecuado solamente para aquellos monásticos que dedican sus vidas al Camino. Esta es otra idea equivocada que hay que disipar. Dahui incluso llegó a decir en una carta a uno de sus experimentados alumnos laicos: "¿Cuándo ha sido necesario dejar mujer e hijos, renunciar al trabajo, y masticar raíces, dañando el cuerpo y debilitando el espíritu?". Dahui sigue diciendo que los que han abandonado el hogar, esto es, monjes como él, "están en el exterior intentando entrar; los laicos (como tú) están en el interior intentando salir. El poder de uno en el exterior intentando entrar es débil; el poder de uno en el interior intentando salir es fuerte".

Cuando la gran duda llega a su fase crítica, es muy valioso contar con una guía adecuada de alguien que ya ha pasado por ello, como Boshan y otros afirman repetidamente. Al mismo tiempo, asentados en la práctica correcta mientras seguimos viviendo en el mundo, con todas sus tentaciones y confusiones, estamos justo donde necesitamos estar para dar vida a esta práctica en vez de usarla como huida.


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